divendres, 11 de gener del 2013

Cara a cara

Y me miro al espejo y la imagen que me devuelve es la de un "yo" borroso. Hay gestos, rasgos en mi piel, en mi mirada e, incluso, en mi pelo, que no reconozco como míos. No sé en qué momento esa peca me salió, en qué momento se me oscureció la pupila, en qué momento mis dedos se convirtieron en garras. La verdad es que me miro y me doy entre pena y asco. Siento que con estas manos de monstruo que ahora tengo soy capaz de arañar pieles de un modo involuntario. Y no quiero arañar pieles. No quiero sangre. No quiero llantos ni gritos ni vacíos en el pecho que lleguen a marear.

Me miro y no entiendo en qué momento he convertido mi piel, antes suave, en algo áspero, en lija, en una superficie casi de piedra. Yo, que tanto me había prometido a mí misma que nadie me cambiaría, que nadie sería capaz de borrar las estrellas fugaces que salían de mis ojos, que nadie podría herir mis pies preparados para correr, preparados para alzar el vuelo. Yo, que me había prometido todo esto me encuentro ahora conmigo misma, con mi absurdo reflejo del espejo y veo que doy pena. Doy pena porque me he fallado a mí misma. He roto una promesa que no debería haber roto. La he roto y, yo misma, me he llevado por un camino en el que hay miedos, hay temblores, hay inseguridades y, sobre todo, un sitio que está cerrado, muy cerrado, tan cerrado que el aire casi ni pasa para darme oxígeno.

Quiero abrir la puerta. Pero, para hacerlo, primero debo hacer las paces conmigo misma. Debo perdonarme el haber roto la promesa, mi promesa. Debo dejar que la vida, "la gran vida", me enseñe pero no me destroce, me haga marcas pero que cicatricen, me dé un empujón pero no me baje a los infiernos. Y para eso debo perdonarme. Cuando me perdone, cuando me reconcilie con mi reflejo del espejo, estaremos las dos unidas, fuertes para seguir adelante aunque llueva, venga un huracán o un mundo de confeti estalle en nuestras cabezas.

Y, ¿sabes qué? Estoy preparada. Estoy preparada para mirarme al espejo y perdonarme. Estoy preparada para abrir las ventanas y dejar que el aire, el sol y el amor entre por mis venas. Sí, lo estoy.

1 comentari:

  1. fascinante! no te olvides de que herirse es malo... herirse puede hacerse de muchas maneras pero la invisible es la peor porque puedes ocultarla y vivir con ella hasta el fin...

    ResponElimina