dilluns, 1 de juny del 2015

Fumando espero

Yo solo quiero mirarme al espejo cada día y ver que una sonrisa está sobre mis labios. Solo eso. No pido casas en las nubes, no pido confetis detrás de mis pasos, no pido estrellas en mis manos, no. Solo pido una sonrisa en mis labios cada día en mi reflejo. ¿Es tan difícil? No. Ni un poco. De hecho creo que es más difícil estar mal que estar bien. Pero si siempre me rodeo de nubes grises, de tormentas y de vientos huracanados entonces, ¿qué espero? El sol se esconderá para protegerse y al final, mi mundo, estará teñido de tonos grises-azules-negros-blancos. Una mezcla de colores opuestos que llegan a marear. Y el mareo lleva al vómito. Y el vómito al vacío. Y el vacío al renacer, como el Ave Fénix. 

Y yo me siento en medio de este tornado en el que solo busco encontrarme, encontrarme con un espejo, encontrarme con mi reflejo y verla a ella, a mi sonrisa, con sus dientes blancos y su tranquilidad en las mejillas. Solo eso. Pero cada vez me cuesta más encontrarla porque la intensidad de la lluvia se hace más y más fuerte y cuando llueve tanto, las calles se quedan húmedas durante días, demasiados días. Por mucho que venga la calma, el rastro del agua sigue allí, la sombra está permanente en ese cemento de la ciudad. 



¿Y qué puedo hacer yo? ¿Intentar calmar los vientos huracanados? ¿Intentar refugiarme debajo de cualquier toldo? ¿Intentar fingir una sonrisa en mi boca, aunque sea de plástico, aunque sea monstruosa? ¿O intentar irme corriendo a buscar un lugar en el que no llueva tanto, un lugar en el que el suelo esté seco, el sol en el cielo y mis pies preparados para saltar? No lo sé, tanto gris me está nublando el pensamiento. Solo sé que ahora me encuentro debajo de un toldo, fumando un asqueroso cigarro y esperando a que salga el sol para que me diga el camino a escoger.