dimarts, 15 de gener del 2013

Mañana

Hoy he soñado con el mañana. Con ese mañana en el que estaremos juntos, sobre tierra, nieve o agua. Ese mañana que empieza a dibujarse con una forma cada vez más definida, que tiene color, que empieza a oler y a hacer un leve sonido. Y me gusta. Me gusta haber visto hoy ese mañana. Aunque sólo sea un poquito.

¿Te acuerdas cuándo me dijiste que tenías los pies de barro? Aquella noche te los miré y los vi de barro. No eran imaginaciones. Eran de barro. Me fui andando a mi casa pensando en tus pies de barro, dándole vueltas y más vueltas a la cabeza para intentar descubrir el método para endurecerlos, para que tu barro se convirtiera en hierro o cemento o algún material duro, fuerte e irrompible. Y justo antes de entrar en casa vi que las huellas de barro me habían seguido hasta mis suelas. Pies de barro. Tú y yo. Pies de barro.

Y hoy he soñado con mañana. He visto el color blanco de la tapicería, he visto el mapa gigante que ocupará nuestras manos, he visto el color de las cortinas. Te he visto a ti. Y a mí. Y al mundo entero abierto a nuestros ojos. Sé que este no es motivo suficiente para creer que nuestros pies ya no son de barro. Quizás sí, quizás no. Por lo menos, ahora no gotean, no dejan el rastro asqueroso que dejaron aquella noche en el camino a mi casa. Quizás nuestros pies siguen siendo blandos, quizás con una lluvia intensa vuelva a aparecer el barro ante nuestra atónita mirada. Pero ¿qué más da? Sean de barro, sean de agua, sean de azúcar o de sal, nuestros pies nos acompañarán en nuestro mañana. En nuestro mañana juntos que he vivido como si fuera hoy.

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