dimecres, 20 d’abril del 2011

Y ahora esto.


Y ahora esto.

Hace unos días escribí a alguien y le dije que necesitaba sentirme viva, comerme pájaros, bailar todo el día, hacer el amor por las esquinas.

Y ahora esto.

Las miradas. El roce de piernas. Las risas que intentan disimular un gemido que quiere estallar en mi garganta. Miro el móvil cada día a ver si me llama. Me llama. Sonrío. Hablo de banalidades no sé durante cuántos estúpidos minutos. Cuelgo. Siento cosas. Me divierto.

Pero no me siento bien. No me siento bien porque pienso en ti y me duele sentir que no quiero que vengas a verme, ahora no. Ahora que me siento deseada, preciosa, llena de estrellas. Ahora que he revivido todo eso que parecía más que muerto, tienes que volver.

Pues, ¿qué quieres que te diga? Ahora no me apetece.

Ahora tengo ganas de reírme de tonterías, de beberme dos, tres, cuatro, cinco litros de cerveza y lanzarme a sus labios. De irme a su casa a mirar una película y estar cero coma tres minutos con los ojos sobre la pantalla. Y posarlos sobre él. Sobre su cuerpo que tanto me excita. Y dejarme llevar por el calor de mis entrañas.

Creo que no quiero que ahora vengas porque me gusta verme en sus ojos. Me gusta reírme y que se ría y pensar calladita todo lo que le haría. Y sonreír. Sonreír por las obscenidades que he llegado a imaginar.

Es eso. Me siento deseada.

Tú me has despreciado, me has quitado las ganas de besarte. Y él se ha puesto delante. Así que no sé. Tampoco me siento mal. Simplemente me siento viva.

Y eso es lo que quería.

Eso es lo que necesitaba.

Eso es lo que escribí a mi amiga mientras lloraba por ti.

No sé. Quizás te has movido demasiado tarde. Quizás, sin darme cuenta, me he bajado del ring y estoy fumando marihuana y emborrachándome con litrosdealcohol.

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