divendres, 26 d’abril del 2013

"Poquito a poco"

Y sí, estoy aquí con la boca enorme, los brazos de plumas y los ojos rojos, rojosdecosasrojas, rojosdecosasrojasgrandesybonitas. No sé, me gusta el ahora, este ahora me hace sentir las mismas cosas que siento aquellos días nublados en los que me acerco a la playa, a la solitaria playa vacía de voces, vacía de gente, vacía de humanidad. Esos días en los que la playa está llena de ella. Ahí, cuando me acerco a mirarla, casi pidiendo permiso para poder sentarme sobre la arena, es cuando empiezan a surgirme esas cosas en la barriga, esas cosas que ahora mismo también tengo. Es la única manera en la que se me ocurre explicar mi "ahora". Y me gusta. Me gusta mucho que sea así.

Corro, sudo, me río, me canso, juego, duermo, como, aprendo, aprendo de mí, aprendo de él, paseo, pienso, escribo, creo, camino.... Sí, al final todo se reduce a eso: caminar. Caminar hacia algún sitio, caminar con algún sentido y dejar de dar vueltasymásvueltas sobre mí misma como una peonza absurda, fea y vieja. "Es mejor caminar para ir creciendo" recuerdo ahora y me acuerdo que cuando antes oía esta frase, la odiaba, "El paseo en sí también es bonito", pensaba, "No hace falta siempre sacar un resultado de todo lo que haces", me repetía. Ahora entiendo. Es mejor caminar pa' ir creciendo. Claro que lo es. Mucho mejor. Y no sólo para ir creciendo, no: es mejor caminar para ir viviendo. Si no caminas, no vives. Y yo ahora podría caminar el Everest. Lo juro.

dijous, 18 d’abril del 2013

Ridiculeces


Llevo tiempo callada. Llevo tiempo con una falsa sonrisa sobre la cara. Me he convertido en una mujer adulta, en esposa y en madre. Y, ahora, sentada aquí, me siento más pequeña que nunca, más pequeña incluso que cuando saltaba por la ventana para encontrarme con mi unicornio. Sé que nunca me creíste, sé que querías hacerlo, lo sé de verdad, pero no podías creerme. Incluso ahora sé que no lo haces. Debe sorprenderte que, pese a los años que han pasado, continúe aquí, sentada ante el bosque, asegurando que los unicornios existen. Parece ridículo, lo sé, me veo en tus ojos igual que me vi en los ojos de nuestros padres. Y me sentí ridícula, durante toda mi adolescencia y juventud me sentí ridícula. Pero ahora, vuelvo a estar aquí, me veo, os veo y sé que los ridículos sois vosotros.

Entonces, Lara, mi hermana Lara, comenzó a caminar hacia el bosque. Caminó, Caminó y caminó. Y la seguí. Esta vez la seguí sin miedo, la seguí sin tener frío y sin que mi pulso temblara. La seguí hasta las entrañas del bosque. Hasta que se sentó en el suelo y cerró los ojos. Me senté en el suelo y cerré los ojos. Cuando los abrí, Lara, mi loca hermana Lara, estaba subida sobre los lomos de un precioso unicornio blanco.