De vuelta a la ciudad. Al calor del hogar. Darle un beso a mi madre, a mi padre, jugar con mi pequeña negra y volver a verme en el espejo. En las últimas semanas mi figura se había desdibujado y por más que mirara no podía ver con claridad. Me empeñé para verme, incluso cogí un pintalabios rojopasión y pinte mi cara en él. Pero era un dibujo, y además, un dibujo feo. Ahora he vuelto de dónde me fui. Y he vuelto con la cara lavada y la boca llena de aire. Creo que estoy contenta. O, por lo menos, me siento bien aquí. Y lo sé porque mi cabeza está llena, casi a rebosar. Fíjate, la otra noche no me podía ni dormir. Cuando los pajaritos se mueven es mejor que les abras la jaula. Y eso hice. Estoy contenta, sí, creo que lo estoy. Hoy me he mirado al espejo y me he pintado los labios, mis labios, de rojopasión.
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