dilluns, 20 d’abril del 2009

Beso de ensueño


Aquella noche me llevaste a las nubes.

Recuerdo que salíamos de un baile, yo iba vestida con una camisa blanca y un sombrero amarillo, de dandy, dijo una voz y me reí, sí de dandy pero sólo en la cabeza porque de cintura hacia abajo iba tapada con unas braguitas de Mickey Mouse, descarada, quizás, pero a veces necesito gritar al mundo que sigo soñando con un mundo de fantasías pese a tener arrugas en la cara y canas en el pelo. Estaba feliz, muy feliz. Y tú estabas conmigo, reías a carcajadas y me agarrabas fuerte de la mano, no quiero que te caigas, me susurrabas entre gritos mientras bajábamos corriendo las escaleras que nos lanzaban fuera del baile. Tú ibas con un vestido azul, porque eres la princesa azul de los cuentos de hadas, y en el pelo llevabas un panal de abejas, así estoy más dulce, y metías la mano en él y sacabas montones y montones de miel y me la metías entre los labios y yo me deleitaba con lo dulce que podías llegar a ser.

Unos labios enormes aparecieron ante nosotras, olían a fresa y se acercaba cada vez más y más y más y lo que parecía bello en la lejanía se iba transformando en horror y a cada centímetro recorrido parecía que nuestra muerte por engullimiento iba a ser más temprana. Así que empezamos a correr huyendo de aquel beso enorme y sanguinario que iba a devorarnos entre perfume de fresas. Pero cuanto más corríamos, más cerca estaba y sus babas imposibilitaban nuestra huída hasta acabar en el suelo revueltas en su tela de araña salival. Entonces me miraste y, tengo una idea, me besaste. Y yo perdí la noción del espacio y me sentí flotar entre nubes y estrellas y cometas de esas fugaces que se pasean por el cielo. Tan sólo notaba tus labios rozando los míos, nuestras lenguas entrelazadas bailando al ritmo que sólo los mejores besos pueden bailar, y ese sabor. Ese sabor que antes nos había perseguido, amenazante, queriéndonos devorar, se había instaurado entre nuestras bocas y lo comíamos, lo devorábamos como dos depredadoras de lengua y saliva. Ya me habías advertido de tu grado de dulzura entre zumbidos de abeja sobre tu cabeza, pero nunca había sido consciente de lo dulce que es la dulzura, nunca hasta esa noche en que el beso de fresa nos encontró. Fresa, fresa, fresa, fresa, fresa, fresa, fresa y sólo fresa.

3 comentaris:

  1. me ha dado un vuelco el corazón volver a leerte y verte tan tú. mi corazón ríe y suena a cascabeles. y entonces te echo de menos y me hecho de menos y echo de menos ya no ser más nosotras.
    me has devuelto las ganas de escribir.

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  2. Escriure i per tant expresar-te es un dels teus encants que tens. Es Elia, unic.

    Aixi que seguieix escrivint! :)

    Albert.

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